Once años tienen que esperar las víctimas de abusos por parte del docente Marcos Ledesma para encontrar un reparo ante las iniquidades que vivieron en sus infancias, cuando eran alumnos del Jardín 914 de La Plata. Hoy, todos ellos son adolescentes y pasaron su corta vida aterrados, revictimizados y con el miedo de no obtener justicia.
El calvario comenzó en el 2013, cuando una madre denunció al profesor de música después de que su hija de cuatro años le contara situaciones inapropiadas que se vivían en las aulas. En su declaración, relató lo sufrido por parte de su pequeña, a quien el docente “le tocaba la cola” y “le daba besos”. Luego de su descargo, aparecieron nuevos casos que apuntaban contra Ledesma.
El 11 de septiembre de ese mismo año, el fiscal Álvaro Garganta, de la UFI N°11, clausuró el jardín y realizó una inspección ocular, donde se encontraron diversos objetos que coincidían con los relatos de los chicos. Pero hubo un hallazgo siniestro que alertó a toda la comunidad educativa y a la propia justicia: un dibujo realizado para el día del Maestro en el que se veía a un hombre -que sería el propio profesor- desnudo de la cintura para abajo.
El cuerpo técnico juvenil de la Asesoría Pericial de Buenos Aires manifestaba que se trataba de un caso de “psicosis colectiva” de los padres, y que no se les podía tomar testimonio. Es por eso que se llevaron a cabo una serie Cámara Gesell en la propia fiscalía, donde se recolectaron evidencias. De las 18 evaluaciones, 12 dieron indicios de abuso por parte del acusado.
Los niños y niñas relataron situaciones de toqueteos con el entonces profesor de música, y abusos en al menos tres lugares del jardín: en Salón de Usos Múltiples, los baños y una casita de plástico ubicada en el patio. También dijeron que los había filmado tocándose entre ellos.
Desde la primera denuncia a la fecha, Marcos Ledesma se profugó dos veces, una a General Belgrano y otra a Pehuajó; y estuvo tras detenido 5 meses y 17 días, donde permaneció alojado en la Alcaidía Roberto Petinatto. Luego, compareció ante la jueza Marcela Garmendia, presentó un pedido de eximición de prisión y obtuvo el beneficio de la libertad bajo caución. Ahora, el acusado trabaja en área de sumarios de la Dirección de General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, donde es apañado por el gremio docente UDOCBA.
Desde la elevación a juicio, en 2016, la causa atravesó toda serie de maniobras dilatorias y manipuladoras que fueron obradas por parte del acusado. El debate tenía fecha para realizarse en febrero de este año, pero se postergó tres días antes del juicio ya que el docente recusó al Tribunal 5 de La Plata, alegando que no es “imparcial”. Mientras tanto, el sujeto sigue en libertad, excarcelado. “A veces no salimos de nuestras casas, no vamos a la plaza o a pasear por miedo a encontrarlo. Ya nos ha pasado”, manifestó una de las madres denunciantes.
Los 43 padres y madres que denunciaron a Ledesma piden que se habilite la feria judicial o que se adelante la fecha de juicio para el 2022, ya que consideran un “grave daño psicológico” que se siga extendiendo en el tiempo, sobre todo entendiendo que serán 36 jornadas, donde pasarán alrededor de 180 testigos, entre víctimas, familiares, peritos, psicólogos y todas las personas que estuvieron involucradas en el proceso de instrucción. Los abogados del particular damnificado, Matías Pietra Sanz y Andrea Reynoso, presentaron cantidad de escritos para solicitar el adelantamiento, pero sus pedidos no fueron siquiera respondidos.
A los infantes que sufrieron vejaciones por parte de Ledesma le quedaron graves secuelas, tanto psicológicas, físicas, alimenticias y repercuten en su día a día. En ese sentido, los familiares de las víctimas golpearon muchas puertas y fueron a distintas direcciones de asistencia, pero nadie los escuchó. Todos ellos debieron llevar a cabo los procesos de reparación de manera personal, con todo el esfuerzo que eso conlleva.