"Muchas librerías se deben haber quedado sin stock de papel glacé metalizado para vender. Es que pareciera que esos narcos se habían comprado todo el papel para armar los sobrecitos con cocaína", expresó irónicamente el investigador al referirse a la banda narco desmantelada en la ciudad de Córdoba.
El operativo terminó con el secuestro de unos 11,5 kilos de cocaína (distribuidos en miles de dosis envueltas en papel). Hacía tiempo que en una causa por narcomenudeo no se secuestraba tanta cocaína (medianamente estirada) para su comercialización inmediata.
Como sucede desde hace tiempo, se secuestró una importante cantidad de dinero en efectivo: la máquina contadora marcó 4.272.710 pesos argentinos y 27.638 dólares. De esta forma, el monto de efectivo trepa a los 10 millones.
Desde la Fuerza Policial Antinarcotráfico (FPA), a cargo del procedimiento, entre efectivo y cocaína incautada, todo suma 44 millones. Lo que realmente no deja de llamar la atención es el poder de fuego que tenía esta banda de narcos: se hallaron siete armas de fuego y un chaleco antibalas que había sido propiedad de una fuerza de seguridad.
En principio, no habría sido de la Policía de Córdoba. Las armas secuestradas fueron: cuatro pistolas automáticas 9 milímetros, dos revólveres calibre 38 y una escopeta recortada. Los detenidos podrían haber sido 14 personas, si no fuera porque el cabecilla logró escapar con lo justo de los allanamientos de la FPA.
El sujeto permanece prófugo, aunque está perfectamente identificado. Trascendió que tanto él como su lugarteniente (apodado “el Jubilado”) cuentan con antecedentes precisamente por narcotráfico. Los detenidos, por ahora, son diez hombres y tres mujeres.
El fiscal Sebastián Romero, a cargo de esta investigación judicial, los imputó por el delito de comercialización de estupefacientes agravada por el número de personas. La banda, según la investigación, actuaba principalmente en los barrios San Roque y Ampliación San Roque, de la Capital.
Entre los puntos de venta que la banda tenía al menudeo (“quioscos”), sobresalía uno en particular y precisamente en barrio San Roque. Funcionaba en una esquina. Los narcos lo habían bautizado “la 14/15″, precisamente porque se trata de la vieja nomenclatura de las calles.
En esa esquina había un punto de venta que no cerraba nunca. Nunca. Los vendedores se turnaban durante las 24 horas del día para comercializar “los papeles”. “Siempre tenían para vender. Y no cerraban nunca. Tanto de día como de noche tenían ese ‘quiosco’ abierto y listo para la venta. Los empleados se turnaban para atender, pero eran siempre los mismos”, comentó otra fuente de la investigación.
“Parecía una farmacia de turno. Siempre abierta. Y vendía de una manera impresionante”, comentó otro vocero de la causa. Por “seguridad” para la propia banda, por cierto, el “quiosco” contaba con custodia. Los mismos narcos, armados, vigilaban el puesto para evitar robos de otros narcos.
“Es común que los narcos tengan ‘quioscos’ vigilados con armas, pero esta gente iba lejos. Estaban bien armados”, indicó un informante. Chaleco. El pertrecho fue hallado en uno de los allanamientos, junto a dosis de cocaína.
En este punto, no deja de llamar la atención la incautación de pistolas automáticas y de una gran cantidad de proyectiles. No está claro si las 9 milímetros eran para custodia de la droga en los “quioscos” o, si bien, el grupo venía cometiendo asaltos armados contra distintos blancos en la Capital.
En el seno de la causa, no se descarta que la banda hiciera las dos cosas: venta de drogas y robos. La droga era vendida en San Roque y en Ampliación San Roque, pero era guardada en al menos una vivienda en barrio Alta Córdoba, según la investigación del fiscal Romero.
No deja de llamar la atención, en este punto, que la banda cruzara la ciudad de sur a norte sin problemas trasladando la droga en vehículos. Los narcos lo saben, los policías lo saben, los fiscales lo saben. Las bandas narco aprendieron a tener varios domicilios en su red.
En algunos domicilios guardan la droga, en otros la estiran, en otros la fraccionan y en otros la venden. La finalidad es preventiva (para ellos): no sea cosa que caiga la Policía de un momento a otro.
De todos modos, las investigaciones se han complejizado y, en ese marco, los operativos de este tipo siempre son simultáneos. No se da tiempo a nada. La pesquisa sobre esta banda arrancó hace unos cuatro meses.
Todo se originó, según la versión oficial, por unas denuncias anónimas presuntamente de vecinos. La causa se sustentó en testimonios y una prolífica pesquisa tecnológica.
Esta banda funcionaba como otras: con un jefe, subjefes, lugartenientes, “soldados”, vendedores. El "mandamás" de la organización, por ahora, se mantiene prófugo.